Siempre que observó una libélula me da un poco de pavor, lo más inteligente es encender un foco para que las muy tontas se estrellen contra los focos y mueran calcinadas luego de unos minutos. Pero, ¿cómo haríamos con unas libélulas monstruosas de 70 cm. de ancho (de ala a ala)? No creo que existan focos tan grandes como para resistir el impacto.
Como se sabe, los insectos respiran a través de la piel, por lo que los científicos aseguran que debido a la presencia de mayor cantidad de oxígeno en la Tierra en tiempos pretéritos, los insectos alcanzaron formas gigantescas. Quien ha puesto en práctica dicha hipótesis, es el Dr. John Van den Brooks, quien ha realizado experimentos sobre libélulas comunes. Estas libélulas fueron sometidas a condiciones atmósfericas similares a los de la Era Paleozoica (atmósfera oxidante), los cuales han traido resultados realmente sorprendentes.
Van den Brooks ha logrado que las libélulas en su etapa de crecimiento lleguen a superar en tamaño a sus similares de la Era Paleozoica. Vale recordar que actualmente, el nivel común de oxígeno es de alrededor del 20% (con mayoría de nitrógeno), sin embargo, para el experimento de Van den Brooks se utilizó una atmósfera experimental de 31%, simulando la cantidad de oxígeno del Paleozoico. No es el mimso caso de los vegetales, los cuales, por regla general, son modificados genéticamente, para producir vegetales enormes. En este caso, el de los insectos, todo indica que no resulta imprescindible la modificación del patrón genético, y que solo basta el cambio de las condiciones ambientales para lograr mutaciones asombrosas. Solo ruego que no lo hagan con cucarachas.